Quizás alguna vez hayas escuchado una frase famosa que Cristo dijo “Yo soy la vid verdadera”, pero con exactitud, ¿Qué significa? ¿Por qué Cristo dijo esto? ¿Con qué características la vid terrenal habría estado relacionado con su labor?
Jesucristo afirmó que él es la vid verdadera, y su padre (Dios), es el viñador. Además, dijo que cada rama en él que no dé frutos es quitada; y todas las que sí son fructíferas, son podadas por el Padre para que fructifiquen más.
Así pues, Jesús es la vid y a través de él, como sucede con la linfa, el amor de Dios y el Espíritu Santo, pasa a las ramas.
Vid, significado espiritual en la biblia.
Cuando la palabra Vid se ubica en la biblia, normalmente hace referencia a productora o mejor dicho, proveedora de frutos agradables para Dios.
Esta expresión fue usada por Jesús en el nuevo testamento para darles a sus discípulos una palabra que llegó a marcar la historia de la humanidad. Pero también es mencionada en el antiguo testamento haciendo referencia al Pueblo.
En tal caso se puede observar en el libro de salmos “Hiciste venir una vid de Egipto, echaste las naciones y la plantaste. Limpiaste delante de ella, y le llevaste a arraigar sus raíces, llenando la tierra”.
Por otro lado, esta palabra también es señalada en ciertos puntos claves del ministerio de Jesús, al enfatizar su igualdad con Dios en la terminología más clara posible. Incluso una noche antes de morir, les dijo a sus discípulos: «Yo soy la vid».
La vid y los sarmientos
La metáfora en Juan 15 es de la vid y sus sarmientos. La vid es la fuente y el sostén de vida de los pámpanos, y los pámpanos deben permanecer en la vid para vivir y dar fruto.
Al crear un enfoque en esta parábola de la vid y los sarmientos observamos lo que por voluntad de Cristo debe ser la estructura interna de la iglesia.
«Permanecer en mí, como yo en vosotros» (Juan 15, 4) en este pequeño texto resalta la palabra permanecer, ya que permanecer en Cristo significa crear o mantener un vínculo vital con él.
“El que permanece en mí y yo en él, da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada”. Al ser Jesús, la vid verdadera, los que creen en él, pasan a ser las ramas y el Padre es el viticultor de esta gran vid.
Precisamente nosotros somos las ramas, y a través de esta parábola, Jesús quiere que comprendamos la importancia de permanecer unidos a él. No en vano, los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, donde se encuentra la fuente de su vida.
Jesús es la vid, y las ramas son personas. Pero algunos estudiantes de la Biblia dicen que las ramas estériles son cristianos que no dan fruto espiritual. Otros creen que no son cristianos, pero es necesario ver bien el contexto para opinar.
La iglesia, la vid.
Se puede decir que la iglesia es como la vid, un organismo vivo. Sin embargo, en sí la fuente de vida de la iglesia es Jesucristo.
La iglesia es el cuerpo de Cristo, una comunidad religiosa, unida y estable que promueve la conexión íntima con Dios para ser fecundos en su palabra. Pero estar bautizados no es suficiente para formar parte de esta vid, ya que eso ocurre a medida que conectamos y compartimos nuestra vida íntima con ella.
El secreto de la vitalidad de la Iglesia y de las comunidades cristianas es comprender que el sarmiento por sí solo no hace nada. Todo se da gracias a la savia que recibe del tronco al que está unido. De igual manera ocurre con cada discípulo o seguidor; ellos necesitan esa conexión con la iglesia, ya que por sí mismos no son nada.
Para poder seguir produciendo frutos, el padre nos va podando, puesto que de esa manera va purificando todas aquellas emociones y conductas que evitan dar frutos en abundancia.
Pero con exactitud, ¿Qué significa dar fruto? En este caso hace referencia a la fecundidad interior, no del éxito exterior.
El fruto de esta profunda unión con Jesús es asombroso. Todos somos transformados por la gracia del Espíritu Santo: espíritu, mente, voluntad, amor y cuerpo, porque somos unión de espíritu y cuerpo.