Que es la oración Magnificat o La Magnífica y cuál es su significado

La intención de María al crear el Magnificat era expresar su gozo, gratitud y alabanza a Dios por las bendiciones que había recibido y por su plan de salvación. María reconoce el papel que Dios ha desempeñado en su vida y en la historia del pueblo de Israel. A través de esta oración, María proclama la grandeza de Dios y su acción en favor de los humildes y necesitados.

La Magnífica refleja la profunda fe y devoción de María, así como su compromiso con la justicia y la promoción de los oprimidos. En sus palabras, resuena el reconocimiento de la misericordia de Dios, su poder para derribar a los soberbios y exaltar a los humildes, y su fidelidad a las promesas hechas a los padres de la fe.

¿Quién origino la oración Magnificat?

El Magnificat o La Magnífica, también conocido como el Cántico de María, es un himno que expresa la alabanza ferviente a Dios, en el cual María, madre de Jesús, expresa su júbilo y gratitud por la obra redentora de Dios, enfatizando su compromiso con aquellos menos favorecidos. Este himno transmite profundas enseñanzas de humildad, gratitud y una confianza inquebrantable en la fidelidad de Dios.

En este canto, María exalta la grandeza de Dios, reconociéndolo como su Salvador. Al mismo tiempo, muestra su humildad, considerándose a sí misma una humilde sierva del Señor. Además, pronostica que todas las futuras generaciones la llamarán bendita y ensalza las maravillosas obras de Dios y su misericordia, que se extienden de generación en generación.

El Magnificat también destaca la justicia divina, proclamando que Dios derriba a los poderosos y eleva a los humildes, satisface con bienes a los hambrientos y despide a los ricos con las manos vacías. María reconoce y celebra el apoyo constante de Dios hacia Israel, su siervo, y reafirma las promesas divinas hechas a los patriarcas. Especialmente a Abraham y su descendencia. Estas promesas, según María, se cumplen en su propio hijo, Jesús.

Por tanto, la autoría del Magnificat se atribuye tradicionalmente a María, madre de Jesús. Sin embargo, durante una época de la historia, se atribuyó a Isabel, ya que en algunos textos se cita “Y dijo Isabel…”. Se cree que esto fue una reinterpretación literaria. Según esta interpretación, durante la visita de María a Isabel, la última pudo haber enseñado a María las palabras del Magnificat, lo cual conferiría la autoría a María.

Lucas 1:46-55 Origen de la oración Magnificat o La Magnífica

El primer capítulo del Evangelio de Lucas narra el anuncio del nacimiento de Juan el Bautista. Este acontecimiento se desarrolló durante el reinado de Herodes, soberano de Judea. En aquel tiempo, vivía un sacerdote llamado Zacarías, casado con Elisabet. Ambos se distinguían por su rectitud y devoción ante Dios, obedeciendo fielmente los mandamientos y preceptos divinos. No obstante, Elisabet era incapaz de concebir y, sumado a ello, tanto ella como Zacarías eran de edad avanzada.

Un día, mientras Zacarías cumplía con su deber sacerdotal en el templo, se le apareció un ángel del Señor a la derecha del altar del incienso. La visión de este ser celestial perturbó a Zacarías, infundiéndole miedo. Sin embargo, el ángel le tranquilizó, asegurándole que sus plegarias habían sido atendidas. Anunció que Elisabet daría a luz un hijo, al que deberían llamar Juan.

El ángel profetizó que este niño sería motivo de alegría y gozo, y que sería grande a los ojos de Dios. Reveló, además, que Juan estaría lleno del Espíritu Santo desde el vientre materno y desempeñaría un papel crucial en la conversión de muchos israelitas. En el espíritu y con el poder de Elías, Juan se adelantaría al Señor para preparar un pueblo dispuesto para Él.

Zacarías, sin embargo, dudó de las palabras del ángel y, a pesar de la evidencia ante sus ojos, preguntó cómo podría tener la certeza de que todo esto sucedería, dado que él y su esposa eran ancianos. Como respuesta a su incredulidad, el ángel se presentó como Gabriel, que se hallaba al servicio de Dios. Aquí pronunció que Zacarías quedaría mudo hasta que las palabras profetizadas se cumplieran.

Al salir del santuario, Zacarías se encontró incapaz de comunicarse con la gente que aguardaba fuera, quienes intuyeron que había tenido una visión en el templo.

El embarazo de Elisabet inicia la divinidad

Continuando con el relato bíblico, la atención se desplaza hacia Elisabet, quien, tras concebir, eligió permanecer en su hogar durante cinco meses. Durante este tiempo, agradeció a Dios por haber eliminado la deshonra que sentía al no poder tener hijos. Cuando Elisabet estaba en su sexto mes de embarazo, Dios envió nuevamente al ángel Gabriel, esta vez a la ciudad de Nazaret. Allí residía una virgen llamada María, prometida en matrimonio con José, descendiente de la casa de David.

Gabriel se apareció a María y le reveló que concebiría y daría a luz a un hijo, al que debería llamar Jesús. El ángel le aseguró que este niño sería grandioso y sería conocido como el Hijo del Altísimo. Además, Dios le otorgaría el trono de David, y su reinado sobre la casa de Jacob sería eterno. María, perpleja ante este anuncio, preguntó cómo podría ser esto posible, dado que ella era virgen.

Gabriel, en respuesta, explicó que el Espíritu Santo descendería sobre ella y el poder del Altísimo la envolvería; el hijo que nacería de ella sería llamado Hijo de Dios. María aceptó humildemente las palabras del ángel y se declaró sierva del Señor, expresando su deseo de que se cumpliera en ella según la palabra divina.

Una vez el ángel se marchó, María decidió visitar a Elisabet en una ciudad de Judá. Al llegar, María saludó a Elisabet, quien fue llenada del Espíritu Santo al oír el saludo. Elisabet bendijo a María y reconoció la bendición que recaía tanto sobre ella como sobre el hijo que llevaría en su vientre. María, a su vez, respondió con un canto de alabanza que se ha llegado a conocer como el Magnificat.

Oración a La Magnífica (Magnificat)

“Proclama mi alma

la grandeza del Señor,

se alegra mi espíritu en Dios,

mi salvador;

porque ha mirado la humillación

de su esclava.

Desde ahora me felicitarán

todas las generaciones,

porque el Poderoso ha hecho

obras grandes por mí:

su nombre es santo,

y su misericordia llega a sus fieles

de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:

dispersa a los soberbios de corazón,

derriba del trono a los poderosos

y enaltece a los humildes,

a los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,

acordándose de la misericordia

–como lo había prometido a nuestros padres–

en favor de Abrahám

y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo,

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.”

luis delgado periodista chileno

por Luis Delgado

Luis Delgado (Santiago, 1 de enero de 1980) es un periodista chileno que se especializa en temas religiosos y espirituales. Ha trabajado en varios medios de comunicación y ha publicado varios libros relacionados al estudio de la Biblia.

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