La vida de San Alberto Hurtado Cruchaga es un testimonio conmovedor de entrega, servicio y amor por los menos afortunados. Nacido en la hermosa ciudad de Viña del Mar en Chile, San Alberto experimentó una vida marcada por desafíos y pérdidas desde una edad temprana.
Tras la trágica muerte de su padre, su familia se trasladó a Santiago cuando él tenía tan solo cuatro años. Se considera que esta experiencia temprana moldeó su carácter y lo encaminó hacia una vida de dedicación y servicio.
Vida de San Alberto Hurtado
Ingresó al colegio San Ignacio con una beca en 1909, un paso que marcaría su camino hacia la santidad. Durante su tiempo en la institución, no solo se destacó académicamente, sino que también se involucró activamente en las actividades del colegio.
Trabajó incansablemente en el Patronato anexo, asumiendo roles que iban desde la secretaría hasta la dirección de la biblioteca y la administración de la caja de ahorro. En estas vivencias y experiencias lo expusieron a la realidad de las personas menos afortunadas y lo inspiraron a dedicar su vida a mejorar sus condiciones.
Después de su tiempo en el colegio, continuó su formación académica y su compromiso social. Estudió Derecho en la prestigiosa Pontificia Universidad Católica de Chile y se embarcó en una carrera en el periodismo, trabajando en El Diario Ilustrado. Además, se unió al Partido Conservador, lo que lo expuso aún más al mundo político y a los problemas sociales de su época.
Sin embargo, su verdadera vocación religiosa lo llamó en 1923, cuando se unió a la Compañía de Jesús. A partir de ese momento, su vida estuvo dedicada por completo al servicio a Dios y a los menos afortunados. Su formación lo llevó a diferentes lugares del mundo, incluyendo Chillán, Argentina, España y Bélgica.
Primeros pasos como sacerdote
En 1933, fue ordenado sacerdote en Lovaina, Bélgica, y continuó su búsqueda de conocimiento, obteniendo un doctorado en Pedagogía en 1935. Lo cual asentó su compromiso con la educación y el bienestar de los jóvenes se convertiría en una característica distintiva de su obra.
Al regresar a Chile en 1936, se centró en acercar la Iglesia a la juventud y a los más pobres de la sociedad. Como profesor en el Colegio San Ignacio, siguió inspirando a las generaciones jóvenes a vivir una vida de fe y servicio.
Fundó el Hogar de Cristo, una institución dedicada a proporcionar refugio y apoyo a los más necesitados en Chile. Esta obra benéfica se ha expandido a lo largo de los años y continúa brindando asistencia a los más necesitados en la sociedad chilena.
También fundó la revista Mensaje, una plataforma que promovió valores cristianos y se convirtió en un faro de esperanza en tiempos difíciles.
Además de su labor con los más desfavorecidos, San Alberto promovió el sindicalismo y la acción católica. Su valentía en la lucha por los derechos de los trabajadores y su firme compromiso con la justicia social le ganaron enemigos, pero también respeto y admiración.
Hoy en día, el Día de la Solidaridad se celebra en su honor, recordando su incansable dedicación a los demás.
¿Cuál fue la obra de San Alberto Hurtado?
En Chile, San Alberto Hurtado comenzó a enseñar religión en su antiguo colegio, el San Ignacio, mientras emprendía múltiples esfuerzos. En 1941, fue nombrado Asesor Arquidiocesano de la Juventud Católica y se convirtió en un influyente modelo para los jóvenes.
Dirigió obras y fundó la revista Mensaje, a través de la cual promovió valores cristianos y se convirtió en una voz influyente en la sociedad chilena. Como mencionamos anteriormente, se preocupó profundamente por la situación de los trabajadores y abogó por la sindicalización, lo que llevó a la creación de la Asociación Sindical Chilena (ASICH).
Desde luego, esto le generó enemistades, pero no lo detuvo en su misión de luchar por la justicia social. Además de su trabajo con jóvenes y obreros, luchó incansablemente contra la pobreza extrema.
Aunque pareciera que su asociación sindical fuera una obra más, estos eran otros tiempos en Chile. Por esta fundación su vida estuvo en riesgo, pero gracias a su compromiso social logro apartarse de varios peligros eminentes. En la actualidad, es su posición sindicalista lo que demuestra el valor de aquella época.
¿Cuándo fue su beatificación y canonización?
La vida y obra de San Alberto Hurtado no pasaron desapercibidas en la Iglesia Católica, y su camino hacia la beatificación y la canonización comenzó con una serie de eventos significativos.
Alberto Hurtado fue beatificado el 16 de octubre de 1994 en una emocionante ceremonia en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano. Su beatificación se produjo después de la acreditación de un milagro atribuido a su intercesión, un testimonio de su influencia y poder espiritual.
La canonización de Alberto Hurtado se retrasó debido al fallecimiento del Papa Juan Pablo II en 2005, lo que ralentizó el proceso de su santificación. Sin embargo, finalmente, fue declarado santo chileno por el Papa Benedicto XVI el 23 de octubre de 2005, reconociendo oficialmente su santidad y su contribución a la Iglesia y la sociedad.
Milagros que llevaron a la canonización de San Alberto Hurtado
Dos milagros atribuidos a San Alberto Hurtado facilitaron su canonización. El primero fue la recuperación sin secuelas de María Alicia Cabezas Urrutia, un evento extraordinario que fue meticulosamente examinado y aprobado por la Comisión Médica del Vaticano.
El segundo milagro involucró a Vivianne Galleguillos Fuentes y también fue verificado y aceptado por la Iglesia Católica como un acto sobrenatural resultado de la intercesión de San Alberto Hurtado.
La ceremonia de canonización de Alberto Hurtado fue un evento de gran relevancia en Chile, contando con la presencia de más de siete mil peregrinos chilenos en la Plaza de San Pedro. Diversas autoridades, incluyendo el presidente de Chile en ese momento, Ricardo Lagos Escobar, se unieron para rendir homenaje a este santo chileno y su legado de amor, compasión y justicia.
San Alberto Hurtado sigue siendo un ejemplo inspirador de servicio desinteresado y dedicación a los más necesitados. Su obra perdura a través de las instituciones que fundó, y su canonización lo convirtió en un símbolo de fe y esperanza para personas en todo el mundo.